Cuando logramos tener una percepción diferente de alguien, de una situación, estamos dejando entrar algo nuevo a nuestro mundo interno.
Ese algo diferente, que nos permite avanzar como individuos y sociedad, origina, dentro de nuestra conciencia individual, familiar y colectiva, pensamientos sistémicos sociales, ya que involucra a todos por derecho a la pertenencia.
Para ello hay que cambiar la forma de ver y de mirar lo que nos acontece. Estamos acostumbrados a una forma de pensar reduccionista.
Ese reduccionismo nos conduce a analizar solo las partes sin ver el conjunto.
Salir de esa visión reduccionista implica asumir la existencia del pensamiento sistémico, que abarca todos los ámbitos en los que nos movemos.
Pensar sistémicamente nos lleva a un campo extraordinario, en el que existen infinitas posibilidades.
Desde el punto de vista social, somos seres de relaciones y nos necesitamos para sobrevivir. Todos pertenecemos. Influimos en los demás más de lo que imaginamos.
Afortunadamente, contamos con el valioso aporte que nos brindan las constelaciones sistémicas, cuya metodología posibilita visualizar las dinámicas que se desarrollan en todo sistema social y que condicionan el comportamiento de los individuos que los constituyen.
Las constelaciones sistémicas, a su vez, permiten observar las interrelaciones entre las personas y proporcionan una herramienta de diagnóstico para abordar problemas generados en ámbitos sociales, sacar a la luz las dinámicas implícitas y visualizar las estrategias adecuadas para superarlas.
El trabajo sistémico a través de las constelaciones familiares y sociales se ha dado a conocer gracias a la propuesta del biólogo austriaco Ludwig von Berthalanffy y los grandes aportes del maestro alemán Bert Hellinger, quien estudió el comportamiento individual, familiar y social del individuo.
Los estudios del maestro Bert lo llevaron a un campo experimental totalmente práctico que le permitieron comprobar que todos estamos interrelacionados, involucrados por una fuerza de acción que nos conecta para desarrollar soluciones sistémicas al servicio de todos.
Si nos educamos para pensar sistémicamente, vamos a percibir de una manera totalmente diferente nuestra historia personal y familiar. Y cuando eso sucede, aplicamos esta nueva forma de conciencia al interactuar en otros contextos de la sociedad.
La suma de las partes
Veámoslo con un ejemplo práctico. Cuando un niño desmonta un juguete, las partes no funcionan igual por separado como cuando estaban juntas en el juguete.
Incluso si lo volviera a montar, quizá ya no funcionaría.
En alguna oportunidad lo hemos querido hacer como adultos y quizás «nos ha sobrado una pieza».
Por ello, la mejor etapa para educar en este contexto sistémico es en la infancia.
Sin embargo, nunca es tarde. En este momento estamos, desde el adulto, soltando el pensamiento lineal, para tomar, aprender a pensar y mirar sistémicamente. Para la mirada sistémica no sobra nada del todo.
Apoyo organizacional
El pensamiento sistémico es un método que se vuelve imprescindible para fortalecer el desarrollo de las organizaciones, donde el clima organizacional constituye uno de los elementos a considerar en los procesos organizativos, de gestión, cambio e innovación.
Es una herramienta que ayuda a comprender las relaciones y los ámbitos que mueven a las personas. Se aplica a todo grupo humano, desde la pareja, los equipos de trabajo y las familias.
En una empresa no puedes asegurar que cambiando un departamento, o a un líder, se solucionen los problemas.
Nos falta mirar la interrelación entre los departamentos, los equipos, las personas, los clientes y la sociedad a la que ofreces el producto.
Cuando observas solo una parte, excluyes al resto porque tu mirada es lineal, se centra en las características y propiedades de ese objeto y no te permite integrar al resto.
Tenemos que comprender que pensando linealmente entramos solo en la lógica, en el análisis que nos llevan a evaluar, a juzgar.
El pensamiento sistémico nos permite observar a todos entre todos, sus historias, sus valores, cultura y patrones, nos impulsa a mirar lo invisible para el otro, eso impide el juicio pues los involucrados no se rigen por la regla de la lógica, sino de la situación que varía, en el tiempo y estar conectados aún en el presente.
Mirar más allá
Este pensamiento sistémico nos lleva, sin duda alguna, a la conexión con el otro que nos hace vulnerables para poder transformar matices en nuestro camino por esta dimensión.
En países como Brasil, la judicatura integra las Constelaciones Familiares como medio para llegar a un acuerdo, incluso antes de la mediación o el propio juicio. Los resultados obtenidos son exitosos: Del 100% de los que asisten a una constelación, un 90% no llega ni a la mediación cuando asisten las dos partes, y un 85% cuando solo asiste una de las partes.
¿Qué temas pueden tratar las constelaciones sociales?
- Emigración
- Medio ambiente y crisis climática
- Pandemias
- Guerras
- Violencia doméstica y violencia juvenil
- Choque de culturas, religiones, etc.
- Mediación y conciliación
- Desahucios
- Adopción y acogida
Reflexionemos con este pensamiento de Virginia Satir:
“Quiero poder amarte sin aferrarme, apreciarte sin juzgarte, encontrarte sin agobiarte, invitarte sin insistencia, dejarte sin culpabilidad, criticarte sin censurarte, ayudarte sin disminuirte. Si quieres concederme lo mismo, entonces realmente podremos reunirnos y ayudarnos a crecer mutuamente”.
Queremos leerte: ¿Son las constelaciones familiares y sociales un método para mirar desde otra perspectiva?
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