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Réquiem silencioso, In memoriam a Edith Puentes

La amistad que compartí con Edith Puentes se cultivó sin máscara ni hipocresía, con una profunda solidaridad y respeto. Podríamos comunicarnos en directo; a menudo intercambiamos temas sin llegar a acuerdos y, en otras oportunidades, coincidimos totalmente.

La amistad es una relación esencial basada en la reciprocidad y el deseo mutuo del bien común. 

Para Aristóteles y Platón, es una relación vital que contribuye a la mejora personal y al autoconocimiento, donde se fomenta la virtud y el desarrollo mutuo, compartiendo ideas sobre la vida y el mundo que nos rodea. Cuando los amigos se estiman mutuamente porque ven en el otro la bondad, la virtud y además se admiran, se apoyan sinceramente buscando el bien común.

Cuando vivimos la experiencia de la pérdida de un amigo, esa circunstancia indeseable nos lleva a mirar de frente la fragilidad de nuestra existencia y la propia mortalidad. Este evento no solo lo experimentamos como un dolor emocional, sino también como un impacto que nos impulsa a reflexionar sobre el sentido de la vida, la naturaleza y esencia de la amistad y la condición humana.

Experimenté la pérdida de verdaderos amigos y amigas, sintí el duelo como un proceso natural de despedida momentánea y desapego que permite el flujo de la vida sin contratiempo en un movimiento continuo.

Como hemos aprendido del Maestro Bert Hellinger , la muerte debe ser vista como parte del orden de la vida y como tal debe ser incluida, honrada y mirada con respeto . Cuando un amigo querido parte a otra dimensión, sucede una ruptura de un vínculo importante y se produce un gran dolor que requiere ser procesado.

En mi memoria aún se encuentra la irrepetible experiencia cuando Edith y yo dimos clase por primera vez, ambos como cofacilitadores en la sede de ECOSIC Tinaquillo.

Para mí fue un momento maravilloso en el cual ella dio muestra de respeto con el compañero y demostró su gran capacidad de trabajar en equipo. Me sentí cómodo en esa extraordinaria vivencia.

A partir de allí, la continuación en su permanente crecimiento en nuestra Escuela de Constelaciones Familiares Sistémicas Cuánticas (ECOSIC). Fue preparándose paso a paso con el apoyo de nuestros directores, los maestros Milagros Ortega Vásquez y José Manuel Pérez Ortega, hasta convertirse en especialista, junto a nuestra querida colega Mariela Souffront, en Psicogenealogía sistémica .

La partida de nuestra amiga fue dolorosa para todo el Alma Grupal de ECOSIC y para sanar tan inmenso dolor es necesario caminar por la senda de la sanación, honrando lo que ella fue y asintiendo su destino tal como fue . A ella agradecemos todo lo que nos dio y lo que vivimos junto a ella, dejando su destino con ella.

En lugar de ser una carga o una ausencia que bloquea la vida, Edith puede convertirse en una fuerza interior o un apoyo para que cada uno de nosotros y también como Alma Grupal continuemos sin detenernos, en movimiento permanente de la vida.

Acepto profundamente lo que fue y lo que es, agradezco desde mi corazón el tiempo compartido con nuestra querida Edith, incluyéndola en el alma para mirar de nuevo a la vida con fuerza y ​​seguir con respeto.

Buenos Aires, Argentina.

Autor: José Ramón Ortiz A. Naturópata Sistémico. Constelador Familiar ECOSIC.